El sistema de recursos que la ley de enjuiciamiento criminal regula posibilitando, en primer lugar, el recurso frente a la sentencia del magistrado que ha presidido el jurado (sería el recurso de apelación) así como el recurso que, a su vez, se interponga contra la sentencia que se pronuncie en trámite de apelación (sería el recurso de casación) y por el que se instauró en nuestro ordenamiento procesal penal, por primera vez y en 1995, el modelo de la doble instancia, permite afirmar que el modelo de “Jurado español” en materia de recursos, es prototípico y singularal alejarlo sin dudar del modelo de jurado anglo-norteamericano y aproximarlo al modelo de jurado escabinado.
Es un sistema de recursos que, por lo pronto, justifica un modelo de doble instancia que no responde a las características distintivas de un modelo de jurado de justificación anglo-norteamericana y sí, por el contrario, ubica al “Jurado español” prototípico y singular en una propuesta sistémica de doble instancia que opera justificada exclusivamente en el elemento judicial que pronuncia la sentencia/magistrado que preside el jurado en la primera instancia. No se justifica en el pronunciamiento de quienes integran el jurado ya que sus componentes redactan el acta de votación (artículo 61 de la ley del jurado) según las “reglas” con las que el magistrado que lo ha presidido elaboró su objeto de veredicto (artículo 52 de la ley del jurado, rubricado por demás el precepto “Objeto del veredicto”) y a las que han de ahormarse los componentes del jurado al redactar el acta de votación.
Luego, el modelo sistémico de recursos al que se acopla a la ley del jurado, se sustenta en quién siendo el magistrado que presidió el jurado, ha de imponer, ahora también, su impronta judicial en la sentencia que pronuncie introduciéndola en una sistemática de recursos que permitirá su reexamen con arreglo a unos parámetros extremadamente judicializados como son los propios de una doble instancia en la que la huella de la impronta del jurado se difumina en el tránsito por cada una de esas instancias.
No cabe duda que el alineamiento del elemento judicial del jurado que pronuncia la sentencia/magistrado que lo preside con el sistema de la doble instancia que ahora también se aplica a los tribunales no integrados con jurado, posiciona al “Jurado español” prototípico y singular alejado -muy alejado- del modelo de jurado anglo-norteamericano y lo aproxima -bastante- al modelo de jurado escabinado.
Bibliografía:
LORCA NAVARRETE, A. Mª., Veinticinco años de la aplicación de la ley del jurado (1995-2020) El juicio con jurado. Edición Instituto Vasco de Derecho Procesal. San Sebastián 2020.
Autor del comentario: Antonio María Lorca Navarrete. Catedrático de Derecho Procesal de la Universidad del País Vasco. El comentario de jurisprudencia formará parte del libro Veinticinco años de la aplicación de la ley del jurado (1995-2020) El juicio con jurado. Edición Instituto Vasco de Derecho Procesal. San Sebastián 2020. En concreto, EL PRIMER EPÍGRAFE DEL CAPÍTULO XXIV. Y también del libro 90 CUESTIONES CLAVES QUE PERMITEN OPINAR DEL JURADO, de próxima publicación. Scientific CV: https://orcid.org/0000-0003-3595-3007
es un sistema de recursos que, por lo pronto, justifica un modelo de doble instancia que no responde a las características distintivas de un modelo de jurado de justificación anglo-norteamericana y sí, por el contrario, ubica al “Jurado español” prototípico y singular en una propuesta sistémica de doble instancia que opera justificada exclusivamente en el elemento judicial que pronuncia la sentencia/magistrado que preside el jurado en la primera instancia
